martes, 7 de agosto de 2012

Opiniòn de Mònica Arriola...Acostumbrados a la confusión


OPINION DE MONICA ARRIOLA
“Existe una tentación extremadamente sutil y peligrosa de confundir la paz con la simple ausencia de guerra, como estar tentados de confundir la salud con la ausencia de enfermedad”Dominique Pire

Acostumbrados a la confusión

Confundidos al creer que hacer justicia es querer vengarse, confundidos al pensar que la rendición de cuentas es sinónimo de ajustes de cuenta. Confundidos entre lo real y lo ideal, entre la concepción del problema y la percepción de la solución. Confundidos entre lo que se quiere oír y lo que se puede hacer, entre el elogio político y en el enojo ciudadano.

Acostumbrarse a la confusión como solución, al no advertir para después no poder revertir el conflicto. Acostumbrarse a la confusión es conformarse a la indefinición, es deslumbrarse al primer discurso y resignarse ante la última promesa incumplida.

La confusión política es perturbación y desorden provocados por el error, es equivocación cuando no se hace la distinción debida entre la obligación de servir y la simulación al ejercer responsabilidades públicas. La confusión política es el origen de la falta de claridad y del desorden, es la causa del silencio ciudadano ante el ruido político, en donde siempre se declara pero nunca se argumenta, en donde siempre se justifica pero nunca se explica.

Cuando reina la confusión disminuye el contenido concreto de las opciones y términos de las propuestas políticas. Cuando la confusión avanza la deliberación retrocede, cuando la confusión se incentiva se quiebra la representación y se contradice la legitimidad de ejercicio con la legitimidad de origen.

Acostumbrarnos a la confusión política es hacer superficial el vínculo entre gobierno y gobernados, es restarle compromiso a la representatividad y hacer de ella una referencia restrictiva y limitativa. Acostumbrarnos a la confusión es condenarnos a las imágenes de terror, a la fuga de reos, a los cuerpos asfixiados sobre avenidas principales. La confusión hace de la violencia una inercia que rompe con el relevo y formación  generacional, que exhibe espacios de impunidad pero que al mismo tiempo esconde a los protagonistas de la corrupción.

La política mexicana confunde sus dimensiones, funciones y capacidades. Se confunde cuando quiere que el Estado mexicano tenga presencia cuantitativa ante la sociedad olvidando la referencia cualitativa como única herramienta de estabilidad. Cuando la confusión es el común denominador en el ejercicio de gobierno se carece de las capacidades para cumplir las funciones que la sociedad le ha delegado. La confusión hace que nos conformemos con el armado del marco institucional aunque esto no siempre signifique eficacia a la hora de aplicar las políticas.

Si confundimos el diagnóstico erramos en el remedio, un Estado confundido es un Estado ineficiente que malgasta los recursos públicos y no logra, más allá del poder con que cuenta un Estado medianamente democrático, que las políticas públicas se ejecuten debidamente para aumentar el beneficio ciudadano.

Si confundimos las prioridades eludimos nuestras responsabilidades, si vemos el progreso en términos solamente de seguridad olvidamos el desafío de generar empleos formales, además de rescatar la ineludible necesidad de fortalecer las capacidades institucionales para recaudar y gastar eficientemente los recursos públicos.

La confusión permanente nos hace vulnerables, se convierte en un déficit gradual para consolidar acuerdos y generar consensos, y una política que no es capaz de asegurar el ejercicio pleno de derechos fundamentales y económicos termina por crear condiciones que favorecen la reproducción de la violencia.

Acostumbrarnos a la confusión política nos hace indiferentes ante las miradas ciudadanas que describen hartazgo, miedo y dolor. Acostumbrarnos a la confusión social nos hace cómplices de quienes quieren instituciones débiles para hacer de la impunidad el método más eficiente para devaluar la justicia. La confusión es equivocación, es simulación. La confusión es una tentación sutil y peligrosa para quienes quieren hacer de la política el espejo de sus vanidades y el reflejo de sus percepciones.

*Diputada del Partido Nueva Alianza

arriolamonica@hotmail.com

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