martes, 13 de noviembre de 2012

Gobernar… en opinión de Mónica Arriola

“Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades”
Felipe González Márquez

Gobernar es guiar y dirigir. Es rectificar, consensuar y deliberar con autoridad. Gobernar con la realidad para no caer en la tentación de aparentar éxitos o fracasos. Gobernar no supone actos individuales, por el contrario, debe disponer de instrumentos institucionales que sean más fuertes que los intereses personales.

Gobernar es incentivar una representativa. Gobernar es saber identificar la dimensión de las responsabilidades sin conformarse con realizaciones parciales de objetivos. Para gobernar, hay que comprender que la ausencia de legitima la irresponsabilidad, avala la opacidad y consagra la complacencia como método de indiferencia política.

Hace falta comprender que la indiferencia es el cobijo perfecto para la delincuencia, es la manera de cerrar los ojos ante la desigualdad, es aceptar la debilidad de nuestra condición por haber dejado de respetar y de .

La indiferencia no es exclusiva de algún , ni de algún de gobierno. La indiferencia política tiene que ver también con la falta de convicción , con la poca humildad con que se ejercen los cargos

La indiferencia no sólo es un estado de ánimo, se ha convertido en una manera de subsistencia política; dejar de hacer, dejar pasar, dejarle al de enfrente la responsabilidad, dejar de comprometerse para después no tener que obligarse a rendir cuentas. La indiferencia se contagia entre quienes no perciben a la política como una vocación de servicio. La indiferencia crece en los lugares en donde la transparencia es un símbolo decorativo, se fortalece en los espacios en donde la corrupción dejó de ser excepción para convertirse en regla. La indiferencia es sentarse a esperar las reformas, es creer que se puede gobernar condicionando, intimidando, improvisando, acotando y aparentando.

La indiferencia política tiene más costos de los que se perciben a simple vista. Se convierte en el peor enemigo de una democracia que, por lo mismo, ha perdido credibilidad. Es una conducta que rompe con la comunicación entre sociedad y gobierno. Es una actitud que revive a la mediocridad, que se defiende en el discurso, pero que se desentiende en el acto. La indiferencia al gobernar es incongruencia no sólo ante lo que uno cree, sino ante lo que uno está obligado a hacer.

La política ha dejado de ser referencia para la ciudadanía. Sin embargo, hay que ser claros, el Estado mexicano no cambiará mientras la sociedad no asuma un papel protagónico que necesita un gobierno y participe de manera clara en las decisiones de nuestro país.

La política no debe excluir al ciudadano, el costo será demasiado alto. La indiferencia es el camino más corto hacia la simulación, y es la forma más sencilla de hacerle ver a la ciudadanía que la moral pública solamente se expresa en la retórica, pero que en la práctica se distingue por su omisión.

Gobernar por desplantes hace que el nexo de representación se quiebre, traduciéndose en una debilidad que aleja la capacidad del gobernante para cumplir con las promesas electorales.

Cuando la legitimidad de origen se contradice con la acción de gobierno, se limita el poder del Estado, se limita la capacidad de transformar los derechos en realidades, se limita la aplicación de políticas basadas en principios éticos, pero sobre todo en acciones que se sustentan por la ética de la responsabilidad que el cargo amerita.

Un Estado pobre, limitado y dependiente sustituye las convicciones por complicidades, intercambia la política congruente por la política arrogante que presume escuchar a todos, pero que en realidad no deja hablar a nadie; convierte a un Estado sin ética en sus principios en un gobierno sin ética en sus responsabilidades.

Gracias, padre
*Senadora del Partido Nueva Alianzaarriolamonica@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario