"No serán las leyes las que harán una escuela mejor o peor sino que lo harán los maestros"
Susana Regueira
FRANCESCO TONUCCI - Psicopedagogo
Mejor que psicopedagogo, a Francesco Tonucci le gusta ser considerado "niñólogo" y no oculta su convicción de que ni la escuela ni las ciudades tienen en cuenta a los pequeños. El experto participó ayer en las jornadas sobre educación emocional que organiza el Centro de Formación e Recursos (CFR) y defendió un nuevo modelo educativo que motive más a los escolares, aprovechando los talentos y potencialidades de cada uno.
-¿Es la escuela pública realmente pública?
-No, la escuela pública para serlo ha de ser para todos y muy al contrario la escuela sigue siendo para unos pocos, para esos pocos que nacen en una cultura parecida a la de la escuela, con lo cual las propuestas para nuestros hijos están muy seleccionadas, con unos pocos lenguajes que son esencialmente lectura, escritura, matemáticas, ciencia y poco más. Todos los otros, todos los que nacen con una vocación distinta, artística, musical, del movimiento, de habilidad física, todos ellos se quedan afuera, la escuela no es para ellos. Con lo cual la escuela que se sigue ofreciendo hoy es una escuela para pocos.
-¿Es en su opinión la clave que está detrás de las elevadas tasas de fracaso escolar en España?
-Exactamente, es una de las razones principales, los profesores siguen diciendo "lo siento pero este niño no me sigue", el problema es que en una escuela obligatoria y pública ¿quién tiene que seguir a quién? ¿son los niños que tienen que escuchar a los maestros o son éstos los que deben escuchar a sus alumnos? Esto no lo digo pensando en una escuela en la cual mandan los niños, sino en una escuela que tiene en cuenta quienes son , para qué nacieron. Cada uno de nosotros tiene una excelencia, el objetivo de la educación tanto familiar como escolar debería ser buscar ese talento, ayudar a los niños a descubrir su propia capacidad, por qué nacieron, cuáles son los talentos que tienen y desarrollarlos lo máximo posible, esto es, creo, la garantía para desarrollar competencias de verdad. Y eso produce por un lado felicidad, que no sería nada malo, y por otro trabajo: en un momento como éste en plena crisis no necesitamos lo que pide el mercado, porque no es capaz de pedir nada, sino que cada uno sea lo mejor que pueda en su ámbito y los mejores encontrarán trabajo. Eso significa cambiar completamente la manera de pensar la educación: una escuela que escucha, observa, recibe, no que propone sus programas y dice lo siento si no te adecuas. Significa dar la vuelta: la escuela ofrece muchos lenguajes, de manera que cada alumno se encuentra con el suyo, la escuela propone, no un aula donde se hace un poco de todo, sino talleres y laboratorios donde los niños pasan haciendo experiencias distintas, es algo diferente.
-Es un especialista en la educación emocional ¿somos en Occidente unos infantiles emocionales?
-El tema es que las emociones se quedan fuera de la escuela porque ésta se queda con esos pocos lenguajes de los que hablaba, que son lenguajes para privilegiados, son todos de cabeza, es decir, la escuela recibe cabezas y no cuerpo. Y ya no solo se queda fuera la emoción, el cuerpo mismo también se queda. Cuando hablo de felicidad la gente me mira como si fuese raro, pero cuando hablo como padre y abuelo me parece tan lógico lo que estoy pensando como que he tenido hijos para que sean felices y espero que mis nietos lo sean. ¿Por qué esto es raro en la escuela? Porque se nos da una educación fría, que no sabe recibir, escuchar, acoger a la persona entera, con todas sus características, incluidas la emociones.
-¿Cuál sería el modelo ideal? ¿Finlandia sería un ejemplo?
-Hay escuelas que se parecen más a este modelo, así como lo estoy diciendo probablemente no existe pero hay modelos que se aproximan, por ejemplo Finlandia es una escuela donde los niños no tienen obligaciones así fuertes como las nuestras, no tienen exámenes, pueden más libremente que los nuestros elegir. Claro, que donde se reconoce que una persona puede elegir significa que sus emociones están previstas y respetadas. Hay experiencias pequeñas en escuelas aquí en España también, que son las escuelas libres, que corresponden a este modelo.
-¿Un modelo de ese tipo podría trasladarse a la escuela pública?
-Es la clave y creo que se puede hacer modificando la formación de los maestros, ése es el reto, tener buenos maestros. La escuela será buena no cuando se mejoren las leyes, que ya son buenas (me refiero a las que ya están, las que se están preparando en España creo que muy al contrario generarán muchos problemas) pero no serán leyes las que harán la escuela mejor o peor sino que serán los maestros.