jueves, 18 de abril de 2013

ESTAMOS REFORMANDO. HAGASE A UN LADO Y NO PROTESTE.


En la opinión del Profr. José Carlos Robles Barreras.
j.c.robles1@hotmail.com

Se habla mucho de reformas pero no se logran, algunas aunque se aprueben; parte del problema es que no hay acuerdo en qué hacer para mejorar las condiciones de vida de la mayoría; no se coincide en los cambios, mucho menos en cómo promoverlos. Y no se avanza ni en la discusión, porque el debate no está en lo que es mejor para la mayoría, sino en el beneficio de los pocos,  que siempre se lo disputan y apropian.   

Otros deciden, nosotros no,  ésa es la razón del estancamiento que vivimos. El tiempo pasa y las posibilidades de corregir el rumbo se reducen. Mientras nos seguimos hundiendo, los alejados de la participación no dejamos de quejarnos.

El dilema ya no sigue siendo: revolución o reforma.  La revolución está postergada, es la última de las opciones; sin embargo es la siempre anhelada, la que inspira suspiros de nostalgia y los sueños triunfantes de un cambio radical en el orden establecido.

Las reformas son un medio, no un fin. Se trata de adoptar las medidas necesarias y urgentes  para cambiar lo que no funciona ni debe continuar. Es una vía tal vez lenta pero probablemente más segura.  Se pueden prever y medir sus consecuencias. 

La prudencia recomienda buscar el cambio encaminado por las instituciones. Renovar, actualizar y mejorar ese orden, confiando en superar los males sin arriesgarse a un movimiento que termine  empeorando la situación. 

Hacer realidad el cambio institucional  requiere incluir los problemas en las agendas, mas no con el simplismo de reducir a recetas  de cocina fácil los complejos procesos humanos;  también evaluar en los propios operadores e implementadores de las reformas, cuánto saben realmente sobre las tareas que se les encomiendan.

Se han llevado a cabo en otras épocas históricas, desde leyes de reforma hasta guerra de reforma; diversas y no pocas: Morales, estatutarias, partidistas, políticas, penales, legislativas, agrarias, tributarias, migratorias, financieras, energéticas, laborales, educativas, pedagógicas, electorales, religiosas, judiciales, etc.

Terminan convertidas en letra muerta,  sirviendo para conmemorarlas y ponerlas en los nombres de  avenidas, calles, edificios, periódicos, poblaciones y municipios. 

Quizá porque no contemplaron los cambios estructurales que se necesitaban, o porque hubo contrarreforma o porque las resistencias de adentro o las de afuera, o porque los reformadores les encargaron su aplicación a políticos oportunistas, planificadores y administradores burócratas que por incapacidad o negligencia las torcieron. Al final,  cambios  para seguir igual.  O peor.

No solo las reformas han quedado ahí; también las grandes luchas  en contra de la esclavitud y la explotación; en las que se alzaron las banderas, los puños y las armas por erradicar la desigualdad social,  los mínimos  salarios y  las peores prestaciones.

Y este lamentable resultado no es atribuible a la casualidad, ni a la genética, ni a los milagros;  sobran quienes desde muy alto intentan convencer de ello.  Ni a la magia ni a los extraterrestres.   

Son muy distintas la percepciones y visiones que se tienen sobre la realidad social; desde cada perspectiva por supuesto, según el cristal con que se observa. Fino o rudimentario, empañado o nítido. Unos ven desarrollo y modernidad;  los demás atraso, abuso y burla ... Pero lo que se ve no se pregunta.. aunque se quiera negar.

Actualmente la distribución del ingreso es el más injusto. Los ricos son más ricos y los pobres cada vez más. Millones viven en pobreza  padeciendo  hambre permanente y miles mueren por desnutrición. Las mayorías carecen de oportunidades para su desarrollo y todos vivimos en la desigualdad.  Muy grave  asimetría que el propio sistema favorece. 

Por un lado, en la mitad más chica, porque no dejan que se les igualen los del término medio o clase media;  están los incluidos en la organización social, económica y política que pueden gozar de los beneficios que da el dominio de competencias, conocimientos, saberes y sobre todo propiedades... muchas más  que la moringa.

En el otro que abarca la mitad mucho más grande;  los excluidos, sin un lugar estable en el sector productivo ni en el empleo, ni presencia en el sistema político y social; lo que significa autoestima baja,  fracaso  personal y profesional,  también familiar.

Las nuevas desigualdades traen como consecuencia crisis de valores;  rompimiento de las redes de solidaridad como la familia; la formación del ser humano es lo menos que les importa a los políticos. Hambre, ignorancia, pobreza, desigualdad, delincuencia; demonios que generalmente andan juntos.  Lo que no significa que se generen entre sí, aunque se retroalimenten.

En algún otro lado, en el área de intocables. Prácticamente buscando su lado donde convenga; porque lo mismo dirigen lo político, en la letrina de corrupción donde escurre podredumbre; que el club de prestanombres donde comparten la propiedad ilegal de las fuentes de riqueza. Aquí encontramos a los gobernantes y fauna de acompañamiento, que ampliamente gozan de desprestigio entre los ciudadanos.

Últimamente se han sentido incómodos; atrapados por los que están gobernando de facto. Queriendo restablecer el control, tratan de limitarlos y restringirlos. También para eso sirven algunas reformas.  Lo interesante es el tono con el que ahora se repite que la ley no se negocia, algo que siempre se ha negociado. Ese tono y otras actitudes que se manifiestan pueden alentar la esperanza social. 

La sociedad sí existe;  avanza, con causas específicas y agendas transversales; presenta formas de activismo combinando movilizaciones, protestas, negociaciones y propuestas. Y sí quiere reformas. Generar cambios drásticos frente a este escenario indigno, indignante y degradante, ahora aderezado con sangrienta barbarie  por los chefs del crimen.

Asumiendo nuevas posturas exige respeto, pidiendo que el Estado asuma un nuevo papel. Acercarse a los más pobres, abrazarlos y pedirles perdón. Reclama espacios de deliberación pública y para el ejercicio de la crítica, la libertad de expresión y el llamar a cuentas a servidores públicos por los excesos y la corrupción.

Clama Educación Pública DE CALIDAD gratuita o al menos barata para ingresar con equidad el desarrollo. Para construir horizontes cada vez más amplios de liberación y abrir la puerta al disfrute de los bienes sociales que le ayuden a alcanzar una vida digna.

La reforma educativa  llevando ese propósito, es prioritaria. No es fácil.  Por sí misma no podría garantizar el logro de la equidad.  Además las resistencias no son las que se ven; sino las que se ocultan en oficinas, donde se mama u ordeña clandestinamente el presupuesto;  y en otros rincones muy visibles, tan antiguos como opulentos.

Siendo la corrupción y la impunidad que prevalecen, el obstáculo mayor y el verdadero lastre que impide el avance al país, qué tal si incluimos en la currícula escolar obligatoria  una nueva materia: Estudios sobre la corrupción y la impunidad; desde el preescolar hasta la universidad.  Para no seguirnos haciendo tarugos. Como dijo con tanta profundidad conceptual la más grande filósofa popular:  La chimoltrufia.  Digo, ESTAMOS REFORMANDO.....
CONTINÚA en otra parte.  ...con una reforma no contemplada oficialmente.                Gracias. 


 

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