sábado, 17 de noviembre de 2012

LA NORMAL RURAL DEL QUINTO EN SONORA

La Jornada
David Cilla Olmos
La estrecha relación entre agricultura y educación fue una de las principales razones que impulsaron eí proyecto de Normales Rurales en el campo mexicano, un esfuerzo lástimado desde décadas atrás. Creada en 1951, la Normal Rural Plutarco Elias Calles, de El Quinto.en Sonora, es una de las que más gravemente sufrió las acciones de guerra sucia del Estado.
La Dirección Federal de Seguridad (DFS), a cargo de Miguel Nazar Haro, fue la encargada de llevar a cabo la persecución de los jóvenes estudiantes y de someter a la Normal Rural a una vigilancia que incluía no sólo el interior del plantel, sino también los caminos de acceso y las comunidades indígenas aledañas.
La SEP y Gobernación habían decidido cortar de tajo una larga tradición de lucha estudiantil forjada desde la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México (FECSUM).
Situada en Etchojoa, Sonora, en el corazón del valle que da vida y sustento al pueblo indígena mayo, El Quinto desde su comienzo tuvo vinculación con las comunidades .campesinas e indígenas que le rodean, involucrándose en sus problemáticas.
No podría ser de otra manera, esa fue la idea con la cual fueron establecidas las normales rurales en todo el país, un diseño que planteaba no sólo "llevar" educación a los campesinos, sino vincularse con ellos para lograr la transformación social y su propia redención.

El Quinto, la mejor normal rural del país: SEP
Para principios de la década de los 8o''s, la Normal de El Quinto no se quedaba atrás en el cumplimiento de este propósito. Su vinculación con el mundo de los campesinos y jornaleros los llevó a tal nivel de eficiencia, que el Valle del Mayo en Sonora fue en su momento uno de. los primeros lugares del país en donde folletos y volantes dedicados a la gente del campo se hacían en lengua indígena.
Hojas clandestinas explicando la situación y las propuestas de resistencia y lucha circulaban con profusión en los campos agrícolas del sur de Sonora en mayo y yaqui, gracias ante todo a los estudiantes y profesores egresados de El Quinto, comprometidos con la lucha por una transformación revolucionaria de la sociedad. Ahí donde estaba el capataz con su báscula robando la fuerza de trabajo del jornalero, ahí estaban los jóvenes normalistas; Del Consejo Estudiantil de Representantes, la policía local secuestró en Ciudad Obregón, el 29 de abril de 1981, a Mauricio Miranda Gastélum y a Rafael Ochoa Quintana, estudiantes normalistas quienes fueron sometidos a torturas a fin de que dieran datos que permitieran ubicar el paradero de Marco Antonio Arana Murillo, Ariel, uno de los estudiantes más destacados durante el movimiento de huelga de El Quinto, y de Irineo García Valenzuela, un profesor egresado de la Normal Rural que fue detenido al día siguiente. Todos fueron entregados al responsable de la DFS en Hermosillo, quien personalmente los sometió a tortura.
El profesor Irineo García fue trasladado a la Ciudad de México, donde fue sometido a más tormentos y fue llevado a la "Base Jaguar", situada en las inmediaciones del Puente del Vergel y la calzada Tulyehualco, en Iztapalapa. Según relató personalmente en una casa de seguridad de Guaymas, en octubre de 1981, fue en ese lugar donde volvió á encontrarse con los normalistas Rafael Ochoa y Mauricio Miranda.
Marco Antonio Arana fue secuestrado por la DFS el 17 de mayo del mismo año, cuando salía de una reunión de la FECSUM que se había realizado en la Escuela Normal Superior de la ciudad de México. Poco antes de su detención Marco Antonio pudo comunicarse a Sonora con su madre, la profesora Consuelo Murillo, para informarle qué estaba a punto de ser capturado por agentes de la policía. Fue en la Base Jaguar donde el profesor Irineo también volvería a saber de él: "El compita Ariel estaba en buenas condiciones, eso noté, ya que no se quejaba de nada al momento que hacíamos los ejercicios y en una de esas, cuando nos sacaron, me dijo: ''Soy Ariel, me dicen El Charro, ¿Tú eres Tomás, Irineo?'' le respondí que si. ¿Cómo te encuentras?'', le pregunté. ''Bien'', me respondió. Fue todo lo que pudimos platicar, porque después nos separaron*.
El 9 de noviembre del mismo año serían detenidos en Villa de las Flores, Estado de México, los estudiantes de la Normal Rural de El Quinto Jesús Abel Üriarte Borboa y Eduardo Echeverría Valdés. Días más tarde, el 19 de noviembre, en Hermosillo, Sonora, fue detenida la profesora Armida Miranda, en una persecución en la que también serían apresados el estudiante de economía de la Universidad de Sonora, Juan Enrique Barreras Valéhzuelá y¿ arnguiéntedíi, eri la ciudad de Guaymas, Gonzalo Esquer Corral y Juan Mendívií.
Otros estudiantes y profesores de El Quinto fueron detenidos; y desaparecidos en ese periodo.
En 1983 quedó en libertad una persona -cuyo nombre nos reservamos— que estuvo en calidad de detenido-desaparecido en la misma cárcel clandestina. Él informó haberlos visto con vida, aunque en las condiciones de desaparición forzosa que no es necesario abundar.
No obstante, la lucha de los estudiantes de El Quinto continuó y no fue sino hasta octubre de 1984 cuando definitivamente el ejército tomó las instalaciones y proscribió el activismo estudiantil mediante la supresión de cualquier adhesión a la FECSUM. Sexenio tras sexenio ha transcurrido; salvo Rafael Ochpa y Mauricio Miranda, los demás jóvenes estudiantes y profesores de la Normal Rural de El Quinto se encuentran en situación de desaparición forzada. El Estado mexicano no sólo ha negado por más de 25*años su detención, sino que en la actualidad ni siquiera se permite indagar, g Situada en Etchojoa, Sonora, en el corazón del valle que da vida y sustento al pueblo indígena mayo, El Quinto desde su comienzo tuvo vinculación con us comunidades campesinas e indígenas que le rodean, involucrándose en sus problemáticas

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